miércoles, 4 de diciembre de 2013

RIDDIK: VUELVE EL FURYANO DE LOS OJOS ECLIPSADOS



¿ PITCH BLACK II o RIDDICK  I ?

Propuestas como la saga de Riddick funcionan mejor por concentración que por expansión. Es la diferencia entre el filme inicial y su continuación cronológica. Los elementos conceptuales que encandilaron en la primera entrega-  la recreación visual del miedo atávico a la oscuridad y las criaturas letales, una especie de marabunta de diseño- , junto con la presentación de un personaje de hechuras ambíguas definido más por lo que se calla que por lo que expresa , desaparecen en la soap opera con ínfulas de blockbuster en que se convirtió su continuación.





En esta nueva entrega el guionista-cineasta David Twohy parece haber tomado nota del escoramiento de la saga y recupera el tono visual minimalista del filme original, intentando además conjugar las secuencias de acción con una atmósfera de suspense prestada de otros géneros solubles ,y a la que sacaron tan buen partido en su guión los hermanos Wheat.

La voice over de Riddick , que ya desde el prólogo pone ese contrapunto irónico que refuerza el carácter cínico de quien se ríe de su suerte (que mucho han aprovechado otros action-man como McClane- alias "Jungla de Cristal") ,  marca el giro de intención de esta nueva propuesta : "Digamos que había cometido el error de civilizarme : tenía que recuperar mi naturaleza animal"

Cronológicamente esta entrega ocurre en un tiempo posterior al mostrado en Las Crónicas de Riddick (The Chronicles of Riddick, 2004) como muestra ese flash-back inicial a modo de eslabón narrativo que nos deja en el punto de partida de este nuevo relato , inicio que sirve sobre todo como declaración de intenciones  al abandonar a su suerte el universo necrófero y sus barroquismos . Twohy tiene claro cuál es el referente que le interesa seguir, y es Eclipse Mortal (Pitch Black, 2000).
Y aquí empiezan las dudas sobre si bajo la estética y estructura no se esconde  en realidad una paráfrasis del filme original.

Parece que estamos ante el mismo esquema: paisaje ignoto y hostil teñido de una especial luminosidad ,  aparición de un nuevo bestiario local – una hibridación de velociraptor y escorpión en este caso - y  de nuevo, reducción de los personajes a un mínimo grupo en conflicto.

Estar exento de la exigencia de arquitecturas urbanas digitales  o de cacharrería de diseño en esta película podrían ayudar a financiar nuevas sendas creativas; sin embargo el cineasta no parece escatimar gastos en la plausible elaboración digital de los monstruos como puede verse en los primeros veinte minutos en los que la bestia digitalizada  pone a prueba el instinto animal del furyano.
La mayoría de la comunidad cinéfila y crítica coincide en señalar que esta parte es la más sustanciosa, un fragmento de "survival movie" con una intensidad que , por desgracia, no se recupera hasta la llegada de la escena final .

Twohy ha querido aquí invertir el proceso de su primer filme mostrando en acción a la bestia al principio de la película en vez de dosificar su aparición sugiriendo gradualmente los efectos de su hostilidad. En todo caso, la llegada del grupo mercenario al secarral que define el planeta desconocido, supone un cambio de ritmo en el relato que despilfarra esa intensidad inicial.

A diferencia del casting del filme original en Riddick (ídem, 2013) ya no hay un grupo civil de supervivientes sino dos grupos de cazarecompensas. Y este doble equipo de mercenarios, el de Santana (Jordi Molla) y el de Josh (Matt Nable), sirven de pretexto para  el enfrentamiento de contrarios: el anárquico grupo de Santana contra la disciplina marcial del capitaneado por Jefe Josh. Incluso puede que alguien vea un apunte racista vía tópico , o puede ser casual que el equipo más insubordinado esté formado por latinos (Díaz, Luna, Santana, Vargas).

"Father"Josh ( Matt Nable )
  Este grupo de coro- con excepción, por razones diegéticas, de Josh- integra en su mayoría arquetipos con un recorrido previsible por mucho que puedan agradar  a nuestras expectativas. Por ejemplo el personaje de Dahl que comparte genética con Sonja, la guerrera (Red Sonja,1985) , con Lara Croft: Tomb Raider (ídem,2003), con la Selene de Underworld (ídem, 2003) o con la Mallory Kane de Indomable (Haywire, 2011) es la misma action-woman autosuficiente (de acuerdo, con un punto levemente paródico) pero cuya testosterona no impide que finalmente sucumba al hormonado antihéroe . O por ejemplo el patético Santana que  por su afición al exterminio y al desastre recibe  su merecido como mandan los cánones ; lo que nos  lleva a pensar en la existencia de esquemas recurrentes.

¿Pero he dicho fórmula?

Bueno, la cuestión esencial estriba en valorar si Riddick consigue avanzar en la creación de mundos y personajes o no pasa de ser una reedición tuneada del original.
Veamos algunos paralelismos :

El aterrizaje (forzoso) en el planeta de los tres soles se convierte aquí en un abandono (forzoso) por parte de los necróferos que aparecen tan solo como refresco para la memoria del espectador.

Las criaturas que en Pitch Black habitan la oscuridad de los nidos-chimenea se transforman aquí en criaturas anfibias que viven en insólitas charcas.

Desde el guión vuelve a jugarse la baza de  "la mala fortuna siempre puede empeorar" : mientras Riddik sobrevive al acoso de los mercenarios, éstos deben llegar a una alianza con su presa para hacer frente a una hostilidad mayor .
Ocurre hacia la mitad del metraje , tras  el giro que preludia la advertencia del " ahí fuera hay algo peor que yo a lo que debéis temer: algo salvaje y letal": ¿nos suena de algo?.

La oscuridad por el eclipse de cada veintidós años ahora es sustituida por una tormenta que allana el terreno a las criaturas confinadas en las charcas, de modo que una amenaza (ausencia de luz) se canjea por otra (presencia de tormenta) con los mismos efectos: servir de teloneras de las criaturas asesinas.
Y aún más, en esta reiteración de recursos argumentales algo se pierde por el camino:

En primer lugar, la dialéctica luz (seguridad) / oscuridad (amenaza) presentada en su aspecto visceral y no metafórico no encuentra en la salvaje tormenta un digno equivalente a no ser que ésta alcanzase el nivel de diluvio universal.

En segundo lugar, la ambigüedad provocada por la presentación de Riddick - ¿es un depredador o un superviviente?- jugaba una baza por efecto sorpresa que aquí ya se encuentra amortizada.
Esa ausencia de efecto sorpresa exige al personaje moverse por otros parámetros que no se vislumbran , con lo que no hay nuevos matices que añadir al personaje.
Eso sí, vuelven a exhibirse  los atributos del antihéroe: sangre fría, rapidez, cinismo, recelo frente a los humanos, carácter solitario… pero sin añadir nada que enriquezca ese perfil.

Por otra parte, el grupo de supervivientes que interactuaba con el reo en el primer filme se sustituye aquí no por uno sino dos grupos de mercenarios de cualidades antagónicas que reducen la interacción de Riddick con el grupo humano e incluso lo hacen desaparecer de foco durante un buen tramo. Pero además esta reducción protagónica del personaje estelar en el guión, es cubierta por un sumatorio de escenas en las que se juega con otras texturas genéricas.

Esa mezcolanza genérica instalada en la parte central del filme consigue distraer el tono que más rentabiliza la saga: el del suspense que se alimenta de los horrores ocultos en los confines del espacio.

Santana (Jordi Molla)
  En este sentido, surgen apuntes gore (la muerte de Santana) o de humor negro ( la identidad de la cabeza que va a parar a la caja de cristal ); o escenas morosas, pretendidamente cómicas y un tanto artificiales que son arritmias innecesarias en el pulso del filme y me refiero al momento en que Santana titubea en su intento de ver si los módulos de energía continúan o no en su contenedor.

En relación con la utillería y gadgets empleados en este tipo de cine, decir que la tecnología tiene una presencia ocasional y subalterna, no estructural a diferencia de otros filmes inscritos en un género tan heterogéneo como la sci-fi  (desde una serie A como Transformers (ídem, 2007) hasta la serie B  de luxe como Los siete magníficos del espacio (Battle beyond the stars, 1980) donde sí está omnipresente.
En Riddick vuelve a replegarse a un segundo plano, actuando más como telón de fondo debido a que lo que interesa es conseguir un tono más acorde con el suspense o el horror que con la aventura épica espacial o las distopías trufadas de urbanismos fantásticos; o sea, buscar más lo atmosférico que lo decorativo o descriptivo.

 LA EVOLUCIÓN DEL PERSONAJE

Riddick es básicamente un personaje originario de la aventura (género de amplios y difusos márgenes) que es trasplantado a los mundos que recrea la ciencia-ficción.

Provisto, por tanto, de cualidades extraordinarias como las que fascinaban en los héroes mitológicos;  y de destrezas fuera de lo común que apelan al inconsciente colectivo.
Pertenece a una estirpe que se beneficia de una intensa identificación emocional por parte del público: los antihéroes que, a diferencia de los héroes por genética (como el joven  Skywalker de Tatooine) no están llamados a seguir ninguna empresa gloriosa sino que, como Conan el cimmerio, son arrastrados a ellas por los avatares de la casualidad.

Riddick recupera la quintaesencia del personaje superviviente, luchando aquí por partida doble, con un medio hostil y con  depredadores humanos. Se inscribe pues en la nómina de personajes de cine que han mostrado sus habilidades para sobrevivir convertidos en héroes a su pesar, o mejor en antihéroes, como Jeremiah Jhonson (ídem,1972), el Burt Reynolds de Deliverance (ídem, 1972) , la  Allison (Melissa George) de Un buen lugar para morir (A lonely place to die ,2011) o el John Otway (Liam Neeson) de Infierno Blanco (The Grey, 2012), añadiendo unas gotas de la indolencia de Robocop y de la irreverencia de McClane (esa risa retadora e inoportuna mientras la nave refugio está siendo cercada por una marabunta de criaturas).

Esta entrega nos devuelve al  Riddick más irreverente (su enervante pasividad en situaciones de peligro o  el extemporáneo cálculo de probabilidades de sobrevivir ante una amenaza cierta) y recurre nuevamente a la presencia del fuera de campo  para acentuar el rasgo "fantasmático" del personaje .

Sus apariciones en escena se dosifican para acentuar esa "habilidad felina" que invierte  la dualidad cazador-presa (cuando arrastra fuera del círculo de luz defensivo hacia  la oscuridad a un mercenario, casi en un fundido a negro), pero la alterna con otra habilidad de mago circense (la impresión de ubicuidad; la arrogante cercanía cuando todos le creen lejos.) Y ese juego de apariciones/desapariciones como elemento definidor es en este caso una recurrencia positiva.

… Sin embargo esta nueva entrega carece de avances sustanciales. Riddick sigue exhibiendo su recelo hacia el género humano aunque,  como en las dos películas que la preceden, al final se convierta en líder a su pesar. Sólo el "dingo" digital, entrañable escudero y compañero de viaje, hace que asome cierto sentido de la amistad, sugiriendo que de tanto recorrer metros de película, la soledad empieza a pesar sobre los hombros del furyano.


EN RESUMEN

El séptimo arte ya ha recorrido lo suficiente como para que, a semejanza de la literatura, disponga de estándares visuales, narrativos y conceptuales.  Podría decirse que a nivel conceptual, deliberadamente o no , el tándem "Pitch Black- Riddick" es deudor de la tradición "Alien" que de un modo brillante combinó recursos del género slasher, del suspense y de la sci-fi; pero un tándem con vocación de desmarcarse como producto de  calidad de las decenas de filmes exploitation que sobre el terror espacial han servido de carne de videoclub.

Riddik y su "animal de compañía".


Lo mejor de la saga (extirpada la segunda entrega por coherencia) es su falta de pretensiones ,  su vocación de producto lúdico que no incurre en alardes pero se toma en serio y que  valoriza más  lo atmosférico que la acción por saturación. Y a esto contribuye en gran medida la optimización visual de los efectos digitales y una acertado diseño de escenarios y criaturas .

… pero no siendo un guión tan pretencioso como su precedente, el filme peca de acomodaticio, de manejar recursos atractivos y de probada eficacia aún sin ser capaz de subvertirlos o trascenderlos.

Coincido con Jordi Pardo (ZN cine) en que David Twohy deja en stand by la historia del personaje que a todos nos interesaría ver, sin profundizar en el mito, centrándose tan solo en reeditar lo que se ha visto en Pitch Black.

En cuanto al hiperacelerado clímax, lo único que permite que no se desmorone es la verosimilitud que a ese desenlace otorga el personaje de Jefe Josh, que más que una cabeza a precio busca respuestas; el único personaje- como se ha dicho-  que se aleja del trazo plano y de la caricatura.

Destacar a  Juan Carlos Gustems , doblador de actores como Wesley Snipes o Stallone, además de Vin Diesel, voz  que se lleva el cuarenta por ciento del mérito.
No olvidemos que su voz slow y grave hace más por el personaje que sus proezas físicas, que Riddick debe más a  la habilidad del guión que al genio interpretativo (al menos hasta la fecha).

Mencionar también la partitura de Graeme Revell, el compositor neozelandés que ya antes había orquestado filmes fantásticos como The Crow (ídem, 1994),  Daredevil (ídem, 2003) o la mencionada Tomb Raider.

Confiemos en que Towhy vuelva sobre el personaje manteniendo esa tonalidad genérica , siga concentrado en pequeños grupos de personajes y se ocupe de  expandir el mundo interior del furyano y no el exterior, a través de historias que hagan avanzar al personaje por esos mundos remotos y completen el puzzle del universo Riddick aún por escribir.

Un buen reto para el director sería filmar las causas que han llevado a Riddick a su condición de proscrito, sin necesidad de hacer una precuela; o inventarse puntos vulnerables  (¿psicoafectivos?) que pongan a prueba su frialdad y su tendencia a no quedarse en ninguna lugar.
Riddick regresa con eficacia a la estética y contención del original pero quedándose a vivir en el limbo de las expectativas. Creo que muchos fans estarían interesados en descubrir  tiempos no mostrados todavía en la saga: ese pasado y  futuro del "hombre de los ojos eclipsados".

THOR: CONVERGENCIAS Y AVERGENCIAS



Con esta secuela Marvel Studios pretende atraer a todas las audiencias siguiendo la estela de la empresa matriz- la Disney Studios- pero no solo a los fans del mundo dibujado de Marvel sino a todas las generaciones de la familia. ¿Cómo hacerlo?:con una puesta al día de aquellos comics de referencia salidos del genio de Jack Kirby y Stan Lee, pero contemporaneizados en su look y diálogos al estilo de los "Ultimates" donde se ha tuneado gran parte de la nómina de sus personajes.

Esta nueva entrega del dios de Asgard, más que de autor, lleva la marca del presidente de producción de Marvel Studios, Kevin Feige empeñado, según el director Alan Taylor, en llevar el proyecto a su máximo nivel sin importar las reescrituras que el guión necesite.

Parece que “la Casa de las Ideas”, tras el éxito de los Vengadores se toma en serio la explotación en la gran pantalla del universo Marvel a fin de que fans de los comics-books y  público en general puedan agradecerlo en taquilla .

Conflictos filiales: una relación de amor-odio.



Un travelling a vista de pájaro.

En el guión de "Thor: The Dark World " (2013) ese intento de seducción generalista se ha hecho con distintos ingredientes :

a)      Con humor a mayor dosis que en la primera película.
 Está presente en el diálogo de los personajes (la ayudante Darcy, en el comportamiento del Dr. Selvig que recuerda al profesor de Fringe; en situaciones críticas llevadas al punto paródico ( el uso del artefacto que subsume en otra dimensión a los elfos en Londres); en la transformación de Loki en el Capi (guiño al universo Marvel); o en el efecto lúdico en que se convierte un vórtice gravitacional localizado en un edificio abandonado.
b)      El diseño de producción pretende un Asgard más realista y físico, con sus tonalidades brillantes y soldados de bruñida coraza. Las columnas con basamentos afiligranados, las mazmorras high-tech, el plateado mar de Asgard, la gran cascada sobre el vacío, el puesto vigía de Heimdall, los drakkars voladores, los cañones antiaéreos, la cúpula protectora del palacio de Odín, son diseños que exhiben la parte no mostrada en el primer filme.
Se otorga más peso al aspecto descriptivo, con un plus de acción y realismo menoscabando la parte dramática centrada en las relaciones paternofiliales de los dioses asgardianos. 
c)      Concesión a los fans de las historietas de papel que tienen en memoria los rasgos de los personajes centrales de la saga de Thor. Algunos como Heimdall (un imponente Idris Elba) adquieren más protagonismo así como el grupo de compañeros de armas del héroe – Sif y los Warriors Three– , en los que se ha cuidado su parecido iconográfico con los comics, sobre todo el grafismo de Jack Kirby (nótese en Sif o Fandral )
d)     Giros argumentales y espejismos dirigidos al espectador – la reina Frigga ocultando lo que Malekith busca; la argucia que planea Thor con su aliado accidental para vengar a su madre en los desiertos de Svartalfheim , o el diálogo final con sorpresa entre Odín y su hijo Thor que decide alejarse del trono y  la política.
e)      Mitología y Acción. El recurso a los mimbres míticos se ve en ese prólogo narrado en “voice over” al estilo de " Lord of the Rings" , donde el “Eter”, un concepto sobrenatural como la Fuerza o el anillo de Frodo , se convierte en un aliado poderoso, en este caso absorbiendo la energía de la materia de la que es huésped y convirtiéndola en materia oscura.
Elemento muy presente en todas las sagas mitológicas y sus derivaciones audiovisuales, por ejemplo en el subgénero de la “sword & sorcery” (recuerdo al respecto la ominosa oscuridad  que se comía literalmente el mundo féerico de Legend, la olvidada película de Ridley Scott).
Y estos elfos, aunque sean oscuros, pertenecen a ese mundo mitológico. Incluso las mismas exequias de la reina Frigga (Renée Russo) nos remiten al folklore nórdico.

Las action-scenes son resueltas con solvente oficio en el filme  desde el mismo prólogo, pasando por el asedio de Asgard y la huída de Thor y Loki  en las naves voladoras de la ciudad mítica para atraer a Malekith y derrotarlo , naves que por cierto resuenan como las vainas que pilotaba Annakin en Tattoine (¿será casualidad que haya intervenido el equipo de Skywalker Sound ?)

Thor y sus amigos en el  campo de batalla

 
Convergencias ….

 La primera convergencia sería de tipo empresarial. Disney hoy en día, tras la absorción de Marvel y LucasFilms, es el mayor imperio del entretenimiento audiovisual. Los exclusivos derechos de autor respecto de la nómina de personajes de Marvel Comics así como las posibilidades de merchandising en cualquier producto futuro supondrán una notable optimización de resultados económicos que podran reinvertirse  en el aspecto creativo….., aunque no siempre ocurre así.

La segunda convergencia, esta vez sí, es de orden diegético. La física Jane Foster le da el nombre de “anomalía gravitacional” que es un efecto de la alineación de los nueve mundos con la tierra (Midgard) y que puede abrir una conexión entre ellos, como si un agujero de gusano espacial se tratase. Este es el concepto clave que vertebra todo el entramado argumental

En las action-scenes podría  rastrearse  la tercera convergencia ,  la que se produce entre el arte gráfico y el audiovisual.
Se ha filmado respetando la cinética en las luchas de Thor, con lo que el movimiento /look de las viñetas se convierte en storyboards animados, en escenas. Y esa traducción se produce sin descuidar lo que al cine le es propio, el ritmo y el montaje, consiguiendo redondear un efecto que ya se había visto en “The Avengers”.
Ritmo que se ejemplifica en la composición de una secuencia concreta que rompe la convencional alternancia entre las peripecias que viven los grupos de personajes: aquella en la que Thor y sus amigos planean traicionar las órdenes de Odin como mal menor para conseguir un bien mayor; mientras se desgrana el plan los flash-forwards se entrecalan para traducir visualmente la estrategia de acción. Con lo que esa sección del filme cobra un impulso más fluído hacia la siguiente secuencia.


Pero el aspecto que presenta más convergencia entre propósitos y resultados es la fusión del fenómeno de alineación planetaria y la teoría de los puentes de Einstein-Rosen( agujeros de gusano) aplicada al basamento argumental del filme.
La alineación de los astros como recurso dramático no es nueva (recordemos "Pitch Black" ), ni la de viajar de un plano a otro por distintos espacios ( el transportador de la nave Enterprise), pero aquí presenciamos una secuencia que resulta más eficaz y brillante que el desenlace que preludia. En ella  Malekith  ( villano megalomaníaco de trasnochado estilismo ) y Thor se enzarzan en un combate que atraviesa una y otra vez varios mundos consiguiendo el único instante en que convergen con plausible acierto humor y acción.

Otro aspecto remarcable , por abundar en las exíguas cualidades del filme , que asegura la esencial convergencia del público y su butaca es el diseño de los “end titles  perpetrados con originalidad por Blur Studios, así como la dinámica orquestación de la Philarmonic Orchestra dirigida esta vez por Brian Tyler.


… y  Avergencias

"Thor: el mundo oscuro" adolece de una acumulación de ingredientes  con severas arritmias en su vertebración .
Tras un prólogo prometedor (esa backstory tan utilizada en la heroic-fantasy, o los fairy tales) el filme confía su ritmo a la consabida alternancia entre varias líneas de acción que tienden a converger en un climax ulterior. Sin embargo, el guión filmado por Alan Taylor aunque se maneja esta estructura, los resultados distan de los conseguidos por ejemplo, en Star Wars, donde ninguna línea perdía intensidad e  interés.
Es posible que la escritura a diez manos de la historia y el guión sea parte responsable, además del ya mencionado propósito de "la Casa de las Ideas" de ofrecer ingredientes para todos los paladares sin reparar en alergias e intolerancias.
Un guión donde  a) se ha pasado de puntillas por el trasunto trágico de las relaciones paterno-filiales que son una constante en los álbumes dibujados de Thor y en las que Kenneth Brannagh había insistido off course, además de desaprovecharse la talla interpretativa de Anthony Hopkins que no pasa de ser un cameo de lujo; b) la alternancia entre los bloques " acción (asedio) a Asgard / humor e investigación en Midgard" , lejos de mantener un equilibrio en cuanto a textura visual y "timing" hace que ese mundo oscuro del título pierda "punch" ante las retinas del patio de butacas; c) el conflicto amoroso se congela en esta secuela y Natalie Swan Portman es infrautilizada  hasta la irritación: se limita a ser un señuelo argumental para el bloque que cuenta la  desobediencia-huida-rescate del protagonista ; d) el filme está lastrado por secuencias prescindibles que insisten en lo dicho en el punto b (el exhibicionismo televisado del Dr. Selvig, un Skarsgard cuyo talento parece haberse confundido de película  y sobre cuya secuencia filmada en Stonehenge afirma: "el clima inglés no es adecuado para correr desnudo").
Pero también tenemos personajes erráticos  como el  propio interno ( Jonathan Howard) de la becaria Darcy y del que nadie se acuerda.


Pero la mayor avergencia la representa  toda la puesta en escena de los” malos oficiales”, esos Elfos Oscuros que nos demuestran  una vez más (similar caso el de los necróferos del universo Riddick) que la creación de un antagonista letal no necesita de prótesis ni de máscaras, ni del prestado gesto facial de un Nosferatu, ni de lentillas, ni de diseños  de naves verticales, ni de la invención ex profeso de una jerga elfa que requiera subtitulado (un deja vú que nos devuelve a los klíngons del universo trekkie).
Se echa en falta un mayor trabajo de dramatización para dar mayor entidad a este "cast" oscuro, trabajando quizá la idea de la pérdida de su planeta y raza (genocidio) por los asgardianos para poder establecer así más zonas grises en la dialéctica entre el Bien y el  Mal.

Sigo preguntándome  por qué muchos proyectos con suculentos presupuestos se limitan a crear "landscapes" fantásticos sólo para impresionar y no emocionar a la audiencia , descuidando el interés en desmarcarse de lo que se entiende por "blockbuster"( el best-seller cinematográfico): algo intenso y distraído pero olvidable.

La intención de  Alan Taylor y su equipo era " ampliar Asgard más allá de los muros del palacio de Odín", expandiendo a ojos del espectador la percepción de la ciudad dorada, haciéndola más cercana y realista. Hay un momento en que sí consigue superar el efecto de "postal virtual", rebasar los límites de un escenario sin proyección dramática en la escena de las exequias de Frigga (Rene Russo) con un nocturno poético deudor de la mitología nórdica, donde sí se extrae un buen partido a esa localización real que son las cascadas islandesas de Dettifoss.
Secuencia que surge como una "blue note" perdida en medio de un adocenado festín digital. El trabajo del diseñador de producción , Charles Wood, responsable también del look en "Wrath of the Titans", resulta a mi juicio un poco saturado en lo que respecta al cromatismo y la composición de los exteriores asgardianos.


Los personajes del mundo oscuro.

En el capítulo de los personajes (ojo, no de la actuación que en este caso está muy supeditada a la linealidad o no en la escritura de los personajes ) hay un par de aciertos.
El primero no es desconocido para la comunidad de aficionados que han visto y comentado en la red el filme: el personaje que más se ha cuidado en cuanto a profundidad y progresión es el de Loki que sigue creciendo en interés desde el filme precedente, ayudado por esa versatilidad expresiva que es el rostro de Hiddleston, ambigüedad en la intención y el sentimiento y que destaca , por inevitable contraste, con el resto de las interpretaciones, decididamente planas.

Funciona eso sí la mayor presencia , que no protagonismo, dada a los personajes del entorno del héroe – Sif, Fandral,  Hogun y Volstagg además de a Heimdall el centinela que esta vez tiene una escena propia para lucirse-,  con vistas a su ulterior utilización para regocijo de fans.
Sin embargo, la cara oscura la pone el personaje ídem de Malekith. Desconozco el tratamiento que le ha dado Walt Simonson a esta creación suya pero un personaje que ha transitado por el universo Marvel durante casi tres décadas no se merece que lo reduzcan a mera excusa para estimular la testosterona del héroe.
Tan sólo una sombra:  un bosquejo más que un carácter, un antagonista que no está a la altura y que además nos deja indiferentes.
En las notas de producción, el actor que lo encarna (Christopher Eccleston) afirmaba: "Yo quería que Malekith tuviera sentido del humor porque creo que eso indica inteligencia. Si tienes un villano inteligente significa que los héroes son realmente buenos para atraparlo". Es evidente que no le han hecho caso. A lo sumo, el único sentido que se consigue destilar de su personaje es el de lo fúnebre.
Me queda la duda de si el editor- Dan Lebental  de la saga Iron Man – por imperativos de producción se ha dejado en la sala de montaje pedazos de película que pudieran redimensionarlo en el seno de la historia.
 Y todavía un apunte más: la línea argumental que cuenta la reactivación de los Elfos dormidos, su búsqueda del "Eter" y el afán de destrucción de Asgard, es una losa que contribuye a la pérdida de intensidad general en la trama principal que no es otra que la recuperación y/o destrucción del Eter en cuanto arma aniquiladora de mundos.

Ecclestone como Malekith
Una duda que deseo compatir: ¿es cosa mía o es tendencia de los responsables de casting  elegir a actores con parecida geografía facial para encarnar a villanos? Fíjense sino en los parecidos razonables entre Lord Mariscal (Colm Feore) en "Crónicas de Riddick" y nuestro ominoso Elfo oscuro (Christopher Eccleston).
En los foros de la película hay quien hubiera preferido a Mads Mikkelsen o Michael Shannon para este papel, sobre todo después de haber visto al Draco de "Clash of Titans" o al General Zod en el "reboot" de Superman.

También se ha cuestionado la calidad interpretativa de Mr. Hemsworth en sus intervenciones como el dios de Asgard  que tal vez se correspondan con su función arquetípica. Es un personaje “blanco” en origen , como otros superhéroes de Marvel en cuyos cuadernillos dibujados las variaciones sólo llegaban con la diversidad de rasgos y habilidades de los villanos.
Es evidente que el carácter de su hermanastro Loki resulta más atractivo para un actor por su gama de matices, por esa ambigüedad que añade profundidad a la saga marveliana.
Si decimos que Hemsworth no resulta versátil, desde una perspectiva icónica,  para enfundarse en la piel de Thor, deberíamos prohibir también las viejas películas de Tarzán que lleven a Weissmüller en sus rollos por considerar que resultaba mejor nadador que actor.
No nos liemos: Thor no lleva a Shakespeare en sus genes  aunque lo parezca. Otra cosa es que al personaje se le defina con más complejidad en el guión y que en esta secuela se reduzca a pasar de puntillas sobre el conflicto interior de cuál es su lugar en el universo, si al lado de Foster como protector de la Tierra, u ocupando sus responsabilidades en el trono de los dioses. Démosle pues un voto de confianza.

Cameos y "Easter-eggs"

Stan Lee en su acostumbrado cameo aparece esta vez en una escena cómica en que Eric Selvig explica con un par de zapatos en qué consiste la convergencia. Lo que parece una master class muestra , en contraplano,  que la audiencia no es universitaria sino de frenopático.

Hay dos "easter-eggs" o escenas post-créditos que,  una vez más, prueban la paciencia del espectador  avisado y resultan ser el postre ideal para los incondicionales.
Una de ellas es una especie de epílogo humorístico que cierra con romance y comicidad algunas subtramas del filme, y de cuya autoría se  ha desentendido Alan Taylor pidiendo públicamente disculpas por su estética impropia y su estilo extravagante.

La segunda escena ha sido filmada por James Gunn, el director de Los Guardianes de la Galaxia , versión cinematográfica de un equipo de superhéroes publicados por Marvel Comics y que tiene previsto su estreno para agosto de 2014. En ella aparece un caracterizado Benicio del Toro encarnando a "El Coleccionista" y que pronuncia enigmáticas palabras que sirven de  calculado reclamo para ese inminente estreno de los Marvel Studios.


Binomio Disney-Marvel: el cálculo o la emoción.

En la red se han ido desgranando algunas causas que, para muchos, han sido las culpables de que las expectativas de esta secuela no se hayan colmado.

La percepción de que se trata de un entretenimiento frio e impersonal; más un cúmulo de decisiones tomadas en torno a la mesa de producción que una película;  de que huele más a manufactura dentro de un calculado plan de producción que a producto audiovisual con pretensiones de calidad. Se llega a decir que "Thor: el mundo oscuro" luce sin alma (Juan Pairet/ elseptimoarte.net).

En otras webs como "Lavozenoff.net" opinan lo mismo al comentar que esta secuela forma parte de un puzzle millonario que se impulsa con el extraordinario taquillazo que supuso "The Avengers" donde convergen las distintas piezas del puzzle previo y que, como parte de un todo no podrá ser tan espectacular como lo será presuntamente la secuela de aquélla (The Avengers 2). Se sugiere un fraude de intenciones al opinar que "parece estar diseñada con una espectacularidad contenida y una obsolescencia programada con el fin de no competir con el próximo proyecto estrella, la secuela de "Los Vengadores". Y de nuevo se habla de producto calculado, sin vida ni alma.

En la misma línea se aprecia el comentario de Juan Ontiveros desde la web "Elantepenúltimomohicano" que considera a esta secuela de Thor como uno de los aperitivos (junto con los Iron Man-3 y Capitan América: el soldado de invierno) que alimentan el  hype al que tienden a converger todas ellas: "Los Vengadores 2: La Era de Ultrón".
Siendo películas extremadamente sensibles a su propio aparato productivo- afirma-" que  prioriza el maíz frente al libreto".

Con todo esto es evidente que  la autoría queda diluída y como comenta Leslie Felperin en el Hollywood Reporter:
With a project so firmly supervised by its studio, it´s hard to tell how much director Alan Taylor should be credited or blamed for the finished result.

Lo mismo podría decirse del quinteto que elaboró la historia (Yost, Markus, McFeely, Rodat y Payne) que parecen esforzarse en traducir respetuosamente el universo creado por Jack Kirby y Stan Lee en un trabajo a diez manos que en su pase por pantalla se resiente en sus propias costuras.

En resumen: un producto de entretenimiento familiar sin novedades pero con caídas de intensidad en su dislocado diseño a base de humor y acción con el fin de seducir a todas las audiencias sin descuidar el guiño a los comiqueros.

Justin Chang, de Variety abunda sobre lo dicho más arriba: "El último bloque de Disney/Marvel de brioso e intrascendente entretenimiento en 3D es una aventura enérgica aunque poco original (...) Un show de efectos especiales robusto pero impersonal".

También nos adherimos  a la sentencia de Mr. Felperin acerca de esta secuela:
" Too much hammer time, not enough fun, except when Loki´s onscreen".

Y no me extraña: se diseñaron cerca de treinta martillos  para Thor, de varios pesos según sus diferentes usos.
En fin, para gustos……..